El pasado mes de febrero hizo 20
años que se publicó el primer banner. Lo creó Joe McCambley, cofundador de la
agencia The Wonderfactory , fue publicado en Hot Wired en 1994 y el anunciante fue AT&T.
Recuerdo que cuando me incorporé
a este negocio, pasados dos años desde la publicación del primer banner, ya se
ponía en duda la efectividad del primer formato nativo de publicidad en
Internet. La frase “el banner está muerto” anunciaba su prematuro final.
Dieciocho años después, con los
datos del último informe de IAB de 2012, el 21% de la inversión publicitaria
online utiliza este formato. Aunque sigue siendo denostado por gran parte de la
profesión al considerarlo burdo y poco efectivo.
Si eres de los que piensas así,
espera un momento, permíteme que comparta un par de datos contigo.
Pasó la época donde los banners eran
pequeños, tenían que ser diseñados como GIF animados y la marca aparecía
maltratada por gordotes píxeles al tener que pesar la pieza menos de 12K. Ya no
estamos en la época que con un directo “haga clic aquí” el objetivo de la pieza
se centraba en conseguir generar tráfico a la web de la marca.
La evolución de Internet, que ha
convertido al medio en una pantalla más en el consumo audiovisual de las
grandes audiencias, nos permite realizar acciones de comunicación muy ricas
utilizando este hermano pobre de los formatos publicitarios.
Tomando los datos de DG Mediamind
para nuestro país, cuando los anunciantes utilizan banners en formato
enriquecido (esos donde podemos interactuar con la pieza y el vídeo es el
invitado principal) casi el 7% de los expuestos a la publicidad interactúan con
ella. Además pasan con la pieza una media de 63 segundos.
Este pobre muerto
viviente tiene la atención absoluta de la audiencia más de un minuto. No está
nada mal.
Quizás entre todos tendríamos que
reconsiderar el rol que puede tener este formato en nuestra comunicación online,
que sigue siendo uno de los menos intrusivos si se utiliza con mesura.
Feliz cumple y que cumplas 20
más…por lo menos.
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